Navegar por internet se ha convertido en un pilar en nuestras vidas. A diario usamos internet para cualquier duda o consulta y nos olvidamos de los navegadores, obviando el impacto que pueden tener en cómo percibimos la red y el beneficio que obtenemos de nuestra experiencia web, así que escoger el navegador correcto es vital para nuestros intereses.
Puede ser que de tantas opciones que hay, te pierdas y al final quieras seguir navegando con el mismo navegador de siempre sin complicarte la vida, pero ¡vamos, ánimo! Valdrá la pena, te lo aseguro.
Así de primeras ya te reduzco las posibilidades a tres, ¿ves que fácil? Chrome, Firefox y Edge. Hay otros navegadores que podrán sacarte de un apuro, pero al final la batalla se reduce a estos tres. Vamos a analizar cuáles son sus características y defectos, así tomas tú mismo la decisión y te decantas por uno u otro, con fundamento.
Edge es la nueva espada de Microsoft, ahora que ya abandonan a su destino Internet explorer. Interfaz renovada, rendimiento superior a su antepasado y nuevas funcionalidades que hacen retomar al candidato de Microsoft como un contendiente serio para esta disputa. El mayor problema que presenta es la ausencia, de momento, de addons o plugins. Eso hace que a la mínima que el usuario quiere personalizar su navegador ya sea con bloqueadores de publicidad o cualquier otro addon útil, no pueda, y decida apartar Edge y elegir Chome o Firefox como navegador favorito.
La batalla final: CHROME vs FIREFOX
Partimos de la base de que los dos son navegadores muy buenos. Geniales. Escojamos el que escojamos será una elección acertada, pues ambos son rápidos, tienen infinitas funcionalidades, addons, plugins y extensiones por doquier, un diseño sencillo y moderno, etc.
¿Pero que les diferencia? ¿Qué razón podría hacer que te decantes por uno u otro?
Con Google Chrome nos podemos beneficiar de información almacenada a través de dispositivos y servicios de Google que tengamos sincronizados. Esto es tan sencillo como, por ejemplo, guardar una web en favoritos y sincronizarlo automáticamente con el PC del trabajo, el del comedor y el Smartphone. Muy útil. A parte de esto, la brutal cantidad de extensiones, temas y plugins disponibles lo hacen 100% personalizable.
Por el contrario, consume una elevada cantidad de RAM, así que, si no tenemos como mínimo 4 GB, podemos ver penalizada nuestra experiencia en Internet si tenemos abiertas otras aplicaciones.
Firefox puede presumir de ser código abierto, algo que más allá de representar unos principios en lo que respecta al desarrollo de aplicaciones, le permite disfrutar de una librería inmensa de addons, mods y temas. Además, es un navegador súper-seguro y respeta tu privacidad mucho más que Chrome.
En cuanto a aspectos negativos, Firefox deja de ser tan rápido en el momento en que empiezas a añadir extensiones. Sus frecuentes actualizaciones pueden ser un arma de doble filo, pues tus extensiones pueden quedar obsoletas hasta que los desarrolladores las actualicen y tampoco es ideal que a menudo, cuando vas a utilizar el navegador, aparezca la ventanilla de “Actualizando Firefox” que te obliga a esperar para poder navegar.
Habiendo llegado hasta aquí, todo es cuestión de probar ambos y ver cual se adecua más a nuestros gustos y necesidades.
Personalmente, yo uso Chrome. Su herramienta “Inspeccionar” me facilita enormemente el trabajo y en cuanto a sincronización, me encanta tener disponible todo el contenido e historial en todos los dispositivos sincronizados con mi cuenta Google.
¿Y a ti, cual es el navegador que más te convence?